Publicado en El Mundo, columna Mayoría selecta, 16 noviembre 2025.

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Javier Gomá Lanzón

Si digo que me encanta el queso, expreso una preferencia personal, pero si digo que la Venus de Milo es bella, pronuncio un juicio universal sustentado no en el concepto (idea de belleza), sino en el sentimiento. El lenguaje suele referirse a estos juicios sentimentales, tan abundantes como indefinibles, desdoblando el significado de los cinco sentidos. Una cosa es degustar una comida y otra tener buen gusto al elegir; una cosa es palpar con la mano y otra tener tacto en situaciones comprometidas; una ver con los ojos y otra tener ojo para acertar con lo más conveniente; una oler una fragancia, otra tener olfato anticipando las oportunidades; una oír una melodía, otra tener oído para sutilezas inmateriales. Quien, educando el sentimiento en la escuela de la experiencia, mantiene sus sentidos desdoblados
aprende no qué es el bien, sino cómo ser bueno conduciéndose juiciosamente por los laberintos de la vida. 

FUENTES