Publicado en El Mundo: 6 de julio - 2025

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Javier Gomá Lanzón

La amistad, a diferencia de la caridad, no se da al enemigo; a diferencia del amor romántico, es politeísta y deja el cuerpo del otro en paz; a diferencia del Derecho, es parcial y arbitraria. Lo cual no significa que esté exenta de reglas: lo que nació como predilección recíproca, con el paso del tiempo acaba creando entre los amigos una ley –obligación natural de respeto, lealtad y compañerismo–, cuyo incumplimiento es castigado, no con coacción jurídica, sino con la privación de un bien: el de vivir y envejecer juntos. Por eso la amistad es el modelo de una socialización no coactiva, una en la que los ciudadanos se tratarían entre sí como lo hacen los amigos, que no renuncian a sus intereses egoístas, sino que los mutualizan. En una república de amigos, el yo se declina como nosotros y el deber se alía con la preferencia del corazón.