Publicado en El Mundo: 20 de julio - 2025

Javier Gomá Lanzón
No llamaremos culto a quien acumula muchos datos de historia de las más variadas disciplinas (literatura, filosofía, arte, música, cine, ciencia, etcétera), sino a quien, aunque analfabeto, posee conciencia histórica porque comprende el carácter cambiante, efímero, provisional y reversible de lo humano. Inculto es quien, ignorando nuestra condición transeúnte, convierte la historia en naturaleza y atribuye a los hechos personales la misma necesidad que una ley natural. El culto, en cambio, refiriéndose al presente dice: «Esto es así, podría ser de otro modo, lo fue en el pasado, posiblemente lo será en el futuro». Al final, la cultura conduce a un sano relativismo, pero de ningún modo a un relativismo del todo vale: quien se asoma a la Historia aprende que la humanidad, en el curso de milenios, ha sido capaz de alumbrar un número desconcertantemente escaso y manejable de buenas ideas: libertad, igualdad, justicia, piedad, dignidad y pocas más.