A la cárcel con él

Dado que la naturaleza no nos dispensa el trato que merece nuestra dignidad, los mortales fabricamos con símbolos esa segunda naturaleza que llamamos cultura. Cuanto más miserable es nuestra vida, más perfecto el universo simbólico que creamos. En 1559 el Inquisidor Valdés promulgó el Índice de libros prohibidos imponiendo una censura feroz y despiadada sobre los que en el reino podían leerse y publicarse. La casualidad quiso que entre 1576-1578 coincidieran en prisión San Juan de la Cruz (Toledo), Fray Luis de León (Valladolid) y Cervantes (Argel), quien fue encarcelado otra vez en 1597-98 (Sevilla). Para desterrar sus melancolías, estos cautivos sublimaron su protesta contra una realidad tan hostil concibiendo obras maestras de la imaginación que, burlando la censura de los inquisidores, restauraban simbólicamente la dignidad que la reclusión les había arrebatado: Cántico Espiritual, De los nombres de Cristo, el Quijote. Resultado: el Siglo de Oro de la literatura española.