Publicado en El Mundo, columna Mayoría selecta, 7 diciembre 2025.

Javier Gomá Lanzón
La humanidad ha sufrido desde su nacimiento una persistente falta de cosas necesarias para subsistir. Esta escasez dura hasta hoy, pero la actual difiere de las anteriores por una circunstancia novedosa: sin desaparecer, convive con la abundancia. Nunca como ahora había estado a nuestra disposición sin apenas coste ni límite una riqueza tan exuberante de ofertas: libros, películas, canciones, juegos, servicios, conocimientos, contactos personales. La profusión inaudita de bienes dignos de disfrutarse produce vértigo, porque multiplica al infinito nuestras posibilidades existenciales mientras que la vida sigue siendo tan corta como siempre. La ética, que regula la elección, cambia, entonces, de objeto: en la escasez, elige entre el bien y el mal (dependiendo de si ayuda o perjudica la subsistencia), en tanto que en la abundancia debe elegir lujosamente entre el bien y el bien. Lo cual nos obliga a jerarquizar entre tantos bienes ofertados ejercitando el raro don del discernimiento.


