Publicado en El Mundo, en la columna Mayoría selecta, el 7 de septiembre de 2025

Hay un placer en el éxtasis, el amor ferviente que colma la copa o el desamor desgraciado que la rompe. Pero hay otro placer que nace no de la violencia de la pasión, sino de su aquietamiento. Esta segunda clase era la preferida de nuestro Vives, que tomó por divisa «sine querella». Quien está libre de pleitos con los demás y consigo mismo se abre a un sentimiento sereno pero intensísimo hecho
de admiración, estupor y maravilla ante un dato primero y fundamental que atañe a todas las cosas que existen: precisamente que existen pudiendo no hacerlo. Infinitas son las posibilidades que pueden ser pensadas, poquísimas las que consiguen hacerse reales. La realidad está bendecida por ese raro privilegio. En la paz de la mañana, el amanecer conmemora el acto jubiloso de existir y quienes son testigos de dicho homenaje, comprendiendo su significado, se suman a él con emoción silenciosa.

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