Publicado en El Mundo, columna Mayoría selecta, 23 noviembre 2025.

Javier Gomá Lanzón
Hace medio siglo murió el dictador y lo sucedió un rey absoluto. Tres años después, se aprobó una constitución que declaraba soberano al pueblo y hacía de la corona, vaciada de potestades, un símbolo. Si se define la revolución como el desplazamiento súbito de soberanía, entonces en ese trienio de oro, el momento más carismático de nuestra historia, tuvo lugar entre nosotros una revolución total, por mucho que sus promotores prescindieran de la violencia y observaran el procedimiento de la ley a la ley. No se levantó una mitad social contra la otra, como tantas veces antes, sino el presente contra el pasado, haciendo prevalecer con admirable inteligencia social una imperfección pacífica sobre un perfeccionismo conflictivo. El resultado fue la mayoría de edad de España como país moderno y un regalo para el mundo: el ejemplo de una revolución política más civilizada que la americana, la francesa o la rusa.


