Ayer el zoom dominguero debatió la lectura, que cada miembro hizo por su cuenta durante la semana, del breve Libro II de la Metafísica de Aristóteles. El Libro estudia tres cosas: la verdad, la finitud de las causas y los hábitos. Como tantas veces ocurre con el filósofo, lo que dice es, en general, claro, pero no se sabe muy bien por qué lo dice, por lo que el conjunto exige una interpretación.
Propuse la mía. Aristóteles distingue entre el acceso fácil y difícil a la verdad. Cuando es conforme a nuestros hábitos mentales, el acceso es fácil y difícil, en cambio, el acceso a la verdad en sí o por naturaleza. Esta segunda, la difícil, es, sin embargo, luminosa y somos nosotros quienes estamos incapacitados para verla porque nos parecemos a los murciélagos que repelen la luz. La verdad difícil es esa causa primera que pone fin a la cadena potencialmente infinita de causas, argumento que usa en Física VIII para demostrar la necesidad de un motor inmóvil, es decir, Dios. La verdad difícil por antonomasia es Dios, luminosa por su naturaleza, oscura para nosotros.
Mientras tanto, he empezado ya el artículo de 2600 palabras sobre la obra completa de Aristóteles que publicará La Vanguardia en noviembre y que formará parte de mi libro Fuera de carta. Este artículo es él mismo una verdad difícil, porque en un número tasado de palabras debe contar algo esencial y nuevo del filósofo, fruto de una lectura propia, y hacerlo además en un estilo fresco, ameno e instructivo. Lo he estructurado en seis partes y escrito la primera. Una vez terminado, me servirá de guión para las dos conferencias sobre "Vida y obra de Aristóteles" que daré en la Fundación a fines de mayo. Ya veré después si me animo o no escribir el libro ya he convenido con una editorial. Creo haber entendido a fondo el sentido de la obra del filósofo, compuesta por piezas sueltas que no se dejan ensamblar, y esta convicción me anima a compartir los resultados de mi investigación, perfectamente transmisibles. Pero puede ocurrir también que, al terminar las conferencias, me diga que ya es bastante con el griego y aborde otros planes literarios que tengo pendientes.

Javier Gomá Lanzón